2022/11/16
Sufrir es una cosa; las imágenes fotográficas del sufrimiento otra.
Una imagen de hace 50 años de la
guerra de Vietnam, tomada por Nick Ut, se convirtió en una imagen definitoria
de esa guerra y la oposición hacia ella. Una fotografía que trae noticias de
una insospechada miseria solo puede hacer mella en la opinión púbica si hay un
contexto adecuado de disposición y actitud; si existe una conciencia política
relevante; si tiene la capacidad de convertirse en acontecimiento.
Hoy en día, estas imágenes no
necesariamente fortifican la conciencia, ni la capacidad de compasión. Las fotografías
impactan en cuanto que muestran algo novedoso; la novedad sorprende, la
repetición desgasta.
Podíamos decir que la fotografía comprometida ha contribuido a adormecer la conciencia, tanto como a despertarla. La contundencia de una imagen, hoy en día, se torna pronto fría y abstracta como las cifras, tal como se demostró con la fotografía del niño Aylan en la playa turca de Bordum, tomada por Nilüfer Demir.
El problema quizás, aparte de otros, no es tanto su
publicación como su sobreexposición, su difusión descontrolada y obsesiva. La
primera sirvió para concienciar y denunciar las guerras de potencias poderosas
invadiendo países del tercer mundo; la segunda no pudo concienciar lo
suficiente para convertirse en símbolo de las tragedias producidas por las
crisis de refugiados de siglo XXI.
Bibliografía: Sobre la fotografia / Susang Sontag
No hay comentarios:
Publicar un comentario