¡Bienvenidos!

LA FOTOGRAFÍA,

el arte de dibujar con la luz, es un ejercicio de observación y el resultado un golpe de suerte. Una buena foto la hace cualquier maquina; una buena serie la hacen solo los fotógrafos. Cuidado, son verídicas y sin embargo mienten. Empiezas buscando la felicidad que te da conseguir una imagen única y bella, pero cuando te metes en el ajo te das cuenta que sin proyecto fotográfico no eres nadie

Dedicado a mi MARIBEL, por su apoyo.

CADA SEMANA UNAS FOTOS: ROBERT MAPPLETHORPE

 2022/12/05

“Lo bello no es una sustancia en sí, sino tan solo un dibujo de sombras, un juego de claroscuros producidos por la yuxtaposición de diferentes sustancias que va formando el juego sutil de las modulaciones de la sombra”

- Junichiro Tanizaki-

 


Esta serie de fotografías de Robert Mapplethorpe (Nueva York, 1946 – Boston, 1989), fueron realizadas en su mayoría en Nueva York, en la década de 1977 a 1987. 

El título de la exposición homenajea en cierta manera las ideas del escritor Junichiro Tanizaki expresadas en el ensayo “El elogio de la sombra”.  Estas obras nos invitan a recorrer un territorio invadido por una idílica y enigmática atmósfera en blanco y negro, donde la figura de la sombra compite el protagonismo con el sujeto u objeto. Un esfuerzo por traer las sombras a la luz; esto es, iluminar las sombras. Las sombras son juegos geométricos calculados que atraviesan cuerpos.

Tanizaki, busca velar lo demasiado visible, glorificando lo “discreto” de una habitación con escasa luz o de un cuenco de laca que no transparenta nada, contra la porcelana y los cubiertos de metal, objetos brillantes (la vista de un objeto brillante nos produce cierto malestar).

Al igual que Junichiro Tanizaki en su ensayo, Mapplethorpe enaltece la sombra; la emplea como metáfora visual dominante, con la que oculta y desvela en igual medida. 
































La Galería Elvira González presenta en Madrid a Robert Mapplethorpe–Elogio a la Sombra, la cuarta exposición dedicada al artista estadounidense en la galería. Desde el 11/11/2022 al 07/01/2023 



LEYENDO A JOSÉ RAMÓN SAN JOSÉ

2022/11/23

Si una imagen no sirve para abrir los ojos, y hasta los oídos, ¿para qué sirve?

¿Qué hacemos mirando fotografías, si no hay imágenes?





 Somos vanos perseguidores de fotografías vacías.

©Jose Ramón San José - Grand Central Station (NYc 1994)

La imagen transcurre en un lugar muy concurrido y conocido de la ciudad de Nueva York, la “Terminal Grand Central”, donde diariamente es utilizada o visitada por más de 500.000 personas. Un lugar con una curiosidad, el reloj del vestíbulo está adelantado un minuto, para dar un margen a los pasajeros al coger el tren.

Marc Augé definió un concepto, una idea, a la que denominó “no lugar”: “si un lugar puede definirse como un lugar de identidad, relacional o histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad, ni como relacional, ni como histórico, definirá un no lugar”. Son a la vez polaridades falsas; el lugar no queda nunca completamente borrado y el no lugar no se cumple totalmente.

Son lugares de tránsito, homogeneizados por la soledad y las prisas. Simples lugares que todos cruzamos, que habitamos y casi siempre olvidamos. Lo que se transita y no se habita. Un mundo donde se nace en la clínica y donde se muere en el hospital, donde se multiplican, en modalidades lujosas o inhumanas, los puntos de tránsito y las ocupaciones provisionales.  Dan ganas de gritar en ellos: ¿hay alguien?. No encontraríamos respuesta alguna, solo el eco de nuestra propia voz.

Solo la mirada del fotógrafo, la imagen que crea, reconstruyen otra realidad. Un no-lugar de Marc Augé, violentado por ese instante afectivo captado por la cámara. Instante mágico, ese entramado que todos buscamos para definir lo que es una buena imagen fotográfica. Ya sabemos que el escenario de una fotografia no es un lienzo en blanco, que está llena de elementos a ordenar, para no vislumbrar lo caótico. ¿Hay orden en esta imagen?: cada cosa en su sitio, nada en primer plano para no distraer al elemento focal, la pareja, con una actitud tan ajena e impropia a un “no lugar”. Siento y oigo el susurro de sus voces.

 

 

 




RELATOS ENTORNO A LO FOTOGRÁFICO: LAS IMÁGENES PASMAN Y ANESTESIAN

 2022/11/16

Sufrir es una cosa; las imágenes fotográficas del sufrimiento otra.

Una imagen de hace 50 años de la guerra de Vietnam, tomada por Nick Ut, se convirtió en una imagen definitoria de esa guerra y la oposición hacia ella. Una fotografía que trae noticias de una insospechada miseria solo puede hacer mella en la opinión púbica si hay un contexto adecuado de disposición y actitud; si existe una conciencia política relevante; si tiene la capacidad de convertirse en acontecimiento.




Hoy en día, estas imágenes no necesariamente fortifican la conciencia, ni la capacidad de compasión. Las fotografías impactan en cuanto que muestran algo novedoso; la novedad sorprende, la repetición desgasta.

Podíamos decir que la fotografía comprometida ha contribuido a adormecer la conciencia, tanto como a despertarla. La contundencia de una imagen, hoy en día, se torna pronto fría y abstracta como las cifras, tal como se demostró con la fotografía del niño Aylan en la playa turca de Bordum, tomada por Nilüfer Demir. 



El problema quizás, aparte de otros, no es tanto su publicación como su sobreexposición, su difusión descontrolada y obsesiva. La primera sirvió para concienciar y denunciar las guerras de potencias poderosas invadiendo países del tercer mundo; la segunda no pudo concienciar lo suficiente para convertirse en símbolo de las tragedias producidas por las crisis de refugiados de siglo XXI.


Bibliografía: Sobre la fotografia / Susang Sontag


LEYENDO A ADRIANA LESTIDO

 

"Trabajo mucho, pero no necesariamente haciendo fotos. Creo que el verdadero trabajo es estar en una actitud creativa, y eso es un trabajo duro, porque tiene que ver con lidiar con la propia oscuridad. Seria buenísimo que llegara el momento en que no necesitara hacer nada, no sacar una foto. Simplemente contemplar".


© Adriana Lestido

No se llega a la iluminación imaginando figuras luminosas, sino haciéndose conscientes desde la oscuridad. De la oscuridad nace una luz esplendorosa, que asoma una emoción contenida, simple, paciente… donde la protagonista simultáneamente abraza y se abraza a sí misma, haciendo visible un intenso lazo de comunicación sentimental. En contraste, de la oscuridad aparecen grises que nos muestran la soledad acompañada y cruda de los bares. Un recorrido visual por los estados anímicos.

WILLIAM KLEIN

 2022/09/15

“Me gusta fotografiar a grupos en la calle. Allí la gente está más disponible, no les importa que les vean. Además, son grupos en movimiento. Toda la gente mira a diferentes lugares Es como un happening. Todo funciona porque nadie se mira entre ellos, cada uno a lo suyo. Todos menos uno, el que me ha visto, que me descubre y por eso mira a todos los demás... Forma parte de la composición”


Pintor y cineasta, William Klein (Nueva York, 1928-2022) revolucionó la historia de la fotografía. Su libro Nueva York (1956) marcó un punto sin retorno. Se enfrentó a la tradición de Cartier-Bresson  con su fotografía expresionista, callejera y desmitificadora. Fue capaz de retratar a la gente entre la muchedumbre: en su fotografía había individuos y también aparecía la sociedad que retrataba.












































AMANECER ENTRE LA LLUVIA Y LOS RECUERDOS

 2022/06/28

Uno empieza a despedirse de la vida cuando te das cuenta que "nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.

Hermano Humberto, la reflexión es un estado anímico que no se ha prodigado verdaderamente en estos tiempos convulsos. Este poco prodigado prodigio, en mi sí ha calado y brotado, pero que me conduce al castigado rincón de la desesperanza, por la soledad de esos sueños despiertos. Sueña hermano, que hay alguien al otro lado del mundo que te lee despierto. (Manuel Iglesias Juanes).




AMANECER ENTRE LA LLUVIA Y LOS RECUERDOS

(Humberto Berrezueta Durán)

El invierno se ha prolongado, hoy amaneció lloviendo copiosamente y no paró hasta el mediodía. Entre la musicalidad de la lluvia me desperté, sabía que afuera la vida era gris, de colores desvanecidos, calles y plaza del pueblo sin almas, todos arrinconados en nuestras casas, empujados por la peste. Entre reflexiones de mis atinos y destinos del camino de la vida, abandoné las sábanas de invierno para empezar el día entre habitaciones y escalones que crujen al subir y bajar las escaleras antiguas. El aroma de un café me llevó hasta la concina, allí, entre sorbo y sorbo me llegaron los recuerdos de mi época de estudiante de colegio. La atmosfera de este día lluvioso era como de aquella época, como si estuviera viendo un fragmento de una vieja película analógica con pocos contrastes de color.

En el colegio todos los años en diciembre, por navidad y fin de año, como era de esperar, teníamos vacaciones, con ilusión de ver a la familia y a los amigos venía de la ciudad a mi querido pueblo de Pucará, una parroquia lejana, pequeña y de pocos habitantes. Los inviernos eran intensos y las calles de tierra lo notaban, algunos charquitos de agua y lodo por doquier, esto obligaba a caminar siempre por los portales de las casas, así evitabas que se embarren los zapatos y las vastas de los pantalones. Se paseaba en soledad, te cruzabas con uno que otro vecino, a veces con ninguno, ideal para ir de un lado a otro con un libro en la mano, se podía leer a placer, tiempos pasados y nostálgicos; en la actualidad es distinto, hay ruido por el tráfico, transeúntes y leer caminando entre los portales no es posible, no te sientes cómodo y te verías extraño.

Mientras continúo con mi café sentado a la mesa, desde este mismo sitio que se ve en la foto, hace cerca de tres décadas, cuando me cansaba de recorrer los portales, aquí era mi trinchera para leer mientras llovía sin parar, mi madre a gusto conmigo, por las tardes, en la tullpa (fogón de leña), tostaba el café en cazuela de barro, caramelizaba con azúcar y luego ponía en una bandeja, yo tenía que remover hasta que se enfríe y los granos queden sueltos, después me tocaba moler a mano, en un molino de marca corona.

Mi padre, gran bebedor de café, se encargaba de poner la taza bajo el filtro para recoger la primera media taza y se bebía para decir si la calidad del café y tostado estaba bien.

Pasábamos las tardes en esta cocina mixta de leña y de gas, de paredes de adobe revocado y techo de eternit, arquitectura vernácula de esos tiempos y gracias a Dios aún se mantiene. Por la ventana de la cocina se miraba las montañas de Betania, San Luis, LLimbi, Chuqui, la parroquia de Shaglli. Los inviernos de entonces eran muy crudos, cuando el frío apretaba casi con seguridad caía granizo en las montañas, era bonito de ver los cerros blancos después de la tempestad.

En aquel tiempo, impensable internet, las redes sociales, los celulares, ni teléfonos convencionales, nada de tablet, ni libros electrónicos. Por eso para venirme al pueblo ponía en la mochila unos libros pedidos a la biblioteca del colegio, entre lecturas y con una tasa de café pasaba las tardes y siempre mirando desde la ventana como las nubes se precipitaban a veces como una leve llovizna, otras con descargas torrenciales o tormentas eléctricas con rayos y estruendos desgarradores.

Esta mañana, como hace décadas atrás, el ambiente era casi un calco de esa época, ya sabemos que la naturaleza tiene sus propias leyes y manifestaciones cíclicas que se repiten, a pesar de que la relación hombre naturaleza han ido evolucionando, hay fenómenos que se repiten, pero ese concepto de los habitantes andinos de respeto y culto a la Pacha Mama, a la madre naturaleza ojalá nunca se pierda.

Cierto año, no recuerdo en que curso lectivo estaba, me dio por leer a Pablo Neruda “Cien Sonetos de amor” y “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” la lectura de estos libros era en esa época que te enamoras de la compañera del colegio y muchas veces te quedas en esa nube de amor platónica y nunca llegas a nada, y más parece que estos versos del poema “Canción desesperada” de Neruda lo dicen todo:

Todo te lo tragaste, como la lejanía.

Como el mar, como el tiempo.

 ¡Todo en ti fue naufragio!

Motivado por estas lecturas y con ese osado atrevimiento, profano en la materia, escribía unos versos, cuyos manuscritos lo perdí, ¿Quién sabe dónde? Pero, recuerdo con claridad parte de uno de esos textos que dedique a una muchacha del pueblo, que en esas vacaciones no estaba:

“Inclinado por tu ausencia, pretendo atraparte por doquier

mas tu silencio azota en torno mío

y me siento anclado en el puerto del olvido”

Fueron esos tiempos y que bien hoy los recuerde porque con el paso de los años como escribe Neruda:

 “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.

Abril 2021


DIPTICOS

2022-06-27

Lo fantástico no es la evasión de lo real, sino escaparse del mundo real imaginario




HOMENAJE COMO OBRA DENTRO DE LA OBRA: DAVID JIMENEZ

 2022/06/17

Recursividad: aplicado a una unidad o una estructura, que puede contener como constituyente otra del mismo tipo. La subordinación es un proceso recursivo. El homenaje es un proceso recursivo. Es una forma de cita, alusión, imitación o paráfrasis de una obra artística previamente famosa, en otra posterior cuando la intertextualidad no se produce ocultamente, como plagio, sino abiertamente como reconocimiento, y sabiendo que va a ser apreciada por los que conocen la primera.

Qué un autor "rinda homenaje" a otro de esta manera, se interpreta como un reconocimiento de prelación o superioridad equivalente al que un discípulo hace a un maestro.

Davíd Jiménez / India 2006 / Weirmar 2008


Manuel Iglesias / El vacío o la nada 2019

Y en este caso homenajear a las imágenes de David Jiménez, extraídas de su libro de la colección “Biblioteca de Fotógrafos Españoles, editado por la Fábrica. Dice Alejandro Castellote, en la presentación del libro: “hay que dejar que el misterio sople suavemente hacia la imagen, sin que huya como un pájaro asustado”.

David Jiménez libera sus imágenes para que se encuentren y dialoguen. Y aquí aparecen confrontados el vacío o la nada, en blanco y negro, como espacios habitados por el silencio. Digamos entonces que hay que dejar que las imágenes se acerquen y se reconozcan como misterios de la ca-sualidad, en este caso doble o triple casualidad, y provocando una ca-usalidad inesperada.

¿Cuándo las vi previamente, si es que las vi, estas imágenes de David Jiménez, para que en la obscuridad de mi memoria fotográfica quedaran prendidas, y después componer otra representación, en este caso en color? Algo revelado, pues se ha descubierto o manifestado, lo ignorado o secreto.

 

 


RELATOS ENTORNO A LO FOTOGRÁFICO: ILUSIONES ÓPTICAS

 2022/06/01

“La función de la fotografía no consiste en ofrecer placer estético sino en proporcionar verdades visuales sobre el mundo”

 (Alfred Stieglitz)




Las ilusiones ópticas forman parte del mundo de la magia y de ello se vale esta disciplina para crear eso que se llama “números de magia”. Pero en este mundo ya sabemos que, aunque no tengamos una explicación al truco realizado, nuestro cerebro entiende que hay un juego, que no hay engaño.


La fotografía a lo largo de la historia, desde su aparición, ha estado ligada a la verdad, a la “verdad fotográfica”. Las comillas tienen el sentido de que existe una desconfianza a la legitimación del relato creado por medio de una fotografía. La fotografia que se adjunta, poco importa, pero es un ejemplo de las ficciones que se  pueden hacer, muchas veces intencionadas mentiras, por medio de las fotografías. Y las dudas generan argumentos sobre su dudosa fiabilidad.

 

Nuestro cerebro interpreta la imagen procedente de nuestros ojos. ¿Y cómo la interpreta?, ¿Cómo un montaje?, ¿Como algo real?. Quizás no deberíamos decir en este caso “real”, y decir más bien como una “ilusión”. La disonancia cognitiva ya está creada entonces en nuestro cerebro, y cuando esto ocurre tendremos a observadores que verán un montaje o una ilusión (que está ligada  en este caso a verdad).

 

En palabras de Joan Fontcuberta, “hay que considerar a la fotografía como una cultura de la visión, una cultura conformada por una serie de pilares conceptuales como la verdad, la memoria y la identidad”.


HOMENAJE COMO OBRA DENTRO DE LA OBRA: ELLIOT ERWITT

 2022/05/25

Recursividad: aplicado a una unidad o una estructura, que puede contener como constituyente otra del mismo tipo. La subordinación es un proceso recursivo.

El homenaje es un proceso recursivo. Es una forma de cita, alusión, imitación o paráfrasis de una obra artística previamente famosa, en otra posterior cuando la intertextualidad no se produce ocultamente, como plagio, sino abiertamente como reconocimiento, y sabiendo que va a ser apreciada por los que conocen la primera.

Qué un autor "rinda homenaje" a otro de esta manera, se interpreta como un reconocimiento de prelación o superioridad equivalente al que un  discípulo hace a un maestro.

Y en este caso con el añadido recuso de los espejos, donde el acercamiento o acceso a la realidad no es sino representación, ficción, relato… mientras la realidad misma, permanece en la sombra.




CADA SEMANA UNAS FOTOS: STANKO ABRADZIC

 2022/05/25

Ver fotografías en blanco y negro de la disciplina "fotografía de calle", nos retrotrae a los precursores de este género, que entonces no se tenia tal consideración.





























Aquí en cambio entran otros motivos en la escena. Relaciones o confluencias de la persona con los espacios, sus formas, sus luces y sombras.