¡Bienvenidos!

LA FOTOGRAFÍA,

el arte de dibujar con la luz, es un ejercicio de observación y el resultado un golpe de suerte. Una buena foto la hace cualquier maquina; una buena serie la hacen solo los fotógrafos. Cuidado, son verídicas y sin embargo mienten. Empiezas buscando la felicidad que te da conseguir una imagen única y bella, pero cuando te metes en el ajo te das cuenta que sin proyecto fotográfico no eres nadie

Dedicado a mi MARIBEL, por su apoyo.

HOMENAJE A MARINA DEL ESTE

 2021/02/25



Para mí ha llegado a simbolizar el espacio del mundo. Allí lo descubrí deslumbrante y eterno, y cuando la vida me dio una visión nueva, inesperada de mortalidad, seguí amándolo desde su pérdida, y añorando en él su antiguo e imposible engaño divino.

Surge con extraña insistencia la contemplación de mi vejez en ella. Como si la vida hubiera que abocarse, en su final, a lo esencial: desde ella, agradecer todavía el distanciado esplendor de la naturaleza, mientras pugna porque retorne, en el naufragio de la memoria, su propio ser desvanecido, el fantasma de su existencia.

Texto: Francisco Brisnes

LA MIRADA OBLICUA: MORFI JIMENEZ

 2021/02/16

LA MIRADA OBLICUA

“Detenerse, ver, contemplar y pensar la imagen es un acto político que necesita ser elaborado desde una poética que nos ayude a imaginar futuros posibles. Futuros cuyos límites habrán de ser siempre contingentes y diversos”.

(Luis González Palma)

© Morfi Jimenez



GRACIELA DE OLIVERIA

En este nuevo destino de viaje aterrizamos, de noche, sobre la azotea de un edificio en Lima para asistir a la muestra fotográfica “(Ir) real” de Morfi Jiménez: una serie de proyecciones de fotografías analógicas con el fondo del paisaje nocturno de las torres del San Isidro District.

El proyecto alude al distanciamiento social y a la sensación del fotógrafo de percibir que lo que está sucediendo es algo impensable como realidad.

 Anoto en mi bitácora de viaje:

(Ir)real, puede tener el ‘ir’ entre paréntesis porque la gente está encerrada en sus departamentos y es un verbo poco conjugado en estos días.

Pero, también ese paréntesis podría estar conteniendo un deseo solapado de ir a lo real. 

Porque, si bien esta fotografía se titula Mis padres y es parte de un proyecto artístico, al referir a una realidad global puede encarnarse como una consecuencia o una respuesta local ante la situación pandémica generalizada. A la cual, como a cualquier otra, es posible encontrarle vinculaciones sociales, políticas o algo que la obra representa de su contexto y que excede lo biográfico del autor.

Al respecto de lo real y de Perú, recientemente participé del seminario La ética en el arte de Luis Camnitzer, quien en una de sus charlas nos dejó la siguiente pregunta (que ahora dejo a ustedes): “¿Cómo creen que actuaría el pensador peruano José Carlos Mariátegui en estos tiempos?”

Tiempos y redes sociales (y otras sugerencias para pensar no-ficciones):

Mariátegui adaptó las teorías socialistas europeas a la realidad indigenista del Perú, hace casi unos cien años atrás

Martina, la anciana de origen español, contó que una de sus hijas sólo pudo ir a verla una vez en dos meses, llegó a pie, luego de una hora de caminata, porque no hay gasolina en Caracas.

En Milán y Bérgamo, las morges saturaron ya en el pasado mes de abril y los ataúdes fueron acumulados en las iglesias, donde nadie acudió a velarlos.

Al reportero indonesio Joshua le han dado más de 32.500 ‘me gusta’ a la foto del cadáver momificado publicada en Instagram el pasado 14 de julio.

¿Habrá visto los ‘me gusta’ de su foto en las redes el muchacho casa que deambulaba por Montevideo?

Con la obra Mis padres, Morfi ganó el segundo premio en el concurso Desde mi ventana, organizado por la Unión Europea de Perú. 

 

MARIANO HORENSTEIN

Como los muebles lustrados una y otra vez, las imágenes tienen capas. No siempre nos es dado asistir al modo en que cada imagen se construye como tal, multilaminada. Y a menudo las capas de sentido que les asignamos en cuanto las miramos —en ese momento en que las imágenes pasan a ser de quien las mira— destinan al olvido cada una de las ligeras películas de experiencia con que se las acuñó.

En esta fotografía, ante el cielo estallado de Lima en el año de la peste, un artista ha proyectado las imágenes de cada uno de sus padres. Ambos con sus bocas tapadas por barbijos.

Si uno pudiera superponer las fotografías de toda una familia en un mismo formato, los rasgos comunes se solaparían y las diferencias de cada individuo del clan tenderían a diluirse. La imagen que se leería así sería la de un rostro por un lado inexistente, y por otro el emblema de ése —y no otro— mínimo ensamblaje humano necesario para la continuidad de la especie.

Si el fotógrafo hubiera superpuesto con exactitud ambas fotografías proyectadas, hubiera adivinado su propio contorno de hijo en las líneas más oscuras de la imagen.

Pero no lo hizo. Las figuras están desfasadas, sus tamaños difieren, sus miradas divergen. Como si esta vez se tratara de resaltar la diferencia frente a la uniformidad impuesta del tapabocas.

Cuando miramos una imagen que se ha titulado como Mis padres, miramos a un hijo mirándose a través de ellos, reflejado en ellos.

Miramos a alguien intentando adivinar el deseo del que es efecto, con la muerte anticipada como telón de fondo inevitable.

Miramos por sobre el hombro de quien ha fotografiado, de quien se mira escudriñando lo que lo hace distinto.

Miramos como si espiáramos una escena íntima a la que no hemos sido invitados.

 

ROS BOISIER

Hace tiempo que no deambulo por la nocturnidad de una ciudad, al menos no como aquellos años de calles silenciosas, de sombras arbóreas y asfalto mojado.

Alejada de las luces de las farolas ensayaba la invisibilidad como táctica de sobrevivencia.

En los intervalos entre la luz y la oscuridad aprendí todo lo que sé de la noche, en el sobrio ensimismamiento de ser uno mismo cuando todos duermen.

Pronto supe que nadie es invisible ni estando oculto en sus propias sombras.

No reconozco esta ciudad, no es la de mi nacimiento ni las de mi cobijo.

No hay estrellas, no hay Luna.

Hay ciudad y su murmullo es visual, es lumínico.

Permanecer en casa, estar, pertenecer, y su símbolo es la luz, señal de vida. Nunca vi tanta energía en las ventanas de mis paseos nocturnos no es su densidad, es pacto social.

Pertenecer, permanecer. Como esos cuerpos maternales/paternales fundidos entre sí permanecen en su pertenencia afectiva, dos imágenes unidas para ser una proyectada en silencio delante del murmullo.
Dos cuerpos que en su unión representan la fuerza que sustenta a la familia, esa idea de familia como núcleo social, como micromundo del afecto.

La representación responde al mundo de las ideas.

La imaginación zurce lo abstracto para dar forma a esas ideas

La representación es una pieza fantasmal, unión de símbolos y concesiones. La proyección es fantasmal, nos atraviesa y la atravesamos. Queremos retenerla como Morfi Jiménez que la intercepta con una tela para registrarla, para que permanezca porque se difumina, como los recuerdos.

Recuerdos y fantasmas, nada más difuso y abstracto, como las escenas de mis paseos nocturnos por Temuco, cada vez más lejanos, cada vez más borrosos.


LUIS GONZÁLEZ PALMA

Como en la teoría de conjuntos matemáticos, vemos una tela sobre la que se proyectan dos retratos que en un punto se mezclan, se sobreponen, se complementan. Uno se incluye en el otro en un espacio de pertenencia mutua. Son fantasmas que habitan, mientras dure la noche, una ciudad que al parecer padece de insomnio.

Llama la atención cómo los dos retratos, proyectados sobre una sábana a partir de una potente luz, impregnan de ilusión nuestra mirada, sus rostros son simplemente luz proyectada, doble ilusión
sujetada delicadamente con pinzas.

Me tomo la licencia de imaginar que el dispositivo creado a partir de la proyección de estos rostros no se hizo solamente para la toma de la fotografía, más bien tiendo a pensar que la proyección duró toda la noche y todo el día. De esta forma, puedo percibir que estos dos retratos, con miradas perdidas y hasta cierto punto resignadas, esperan el amanecer para ser lentamente devorados por la luz del sol.

Desde esta perspectiva, creo que lo que este dispositivo presenta es algo que dentro de nuestra cultura occidental tratamos de soslayar: la idea de que nos desvanecemos como humo en el viento.

Posiblemente sea necesario aceptar, o afrontar sin tanto drama, y con cierta imperturbabilidad, que lentamente estamos extinguiéndonos en nuestro cambiante presente.

No es tarea fácil aceptar que nacemos para ir muriendo lentamente, pero eso es precisamente lo que esta obra de alguna forma presenta. La pandemia que vivimos, lo único que hace es remarcar y amplificar ferozmente esa consciencia. Basta con ver esa mancha en donde dos seres se desintegran y se unen.

 


Publicado en LUR. Es una publicación de Muga, editorial especializada en teoría y escritos sobre fotografía

 

La mirada oblicua es una iniciativa de Luis González Palma a la que invita a Graciela De Oliveria, creadora y directora del proyecto Demolicion/Construcción(Córdoba, Argentina), al psicoanalista Mariano Horenstein y a Ros Boisier, codirector de LUR,  a “que escribamos sobre las imágenes de la pandemia del COVID-19 que considero relevantes de ser pensadas y verbalizadas” con el deseo de que “se genere un espacio de encuentro y diálogo en el que se reflexione y debata sobre las imágenes que configuran nuestra manera de ver el mundo en este momento de desconcierto e incertidumbre, pero también de resistencia y esperanza”.

 


LIGUILLA AFCSR DE JAEN: HUMO

 2021/02/03

Fotografías ganadoras de la liguilla de febrero con el tema "HUMO"


1 - Juan de Dios Gomez




2 - Francisco Lopez Morante




3 - Manuel Iglesias Juanes





Otra fotografía presentada por mí