2021/03/20
El 2020 será un año difícil de olvidar y sin embargo la
memoria encuentra siempre la forma de simular detalles que podrían escaparse a
las grietas que cría el tiempo.
¡Bienvenidos!
LA FOTOGRAFÍA,
el arte de dibujar con la luz, es un ejercicio de observación y el resultado un golpe de suerte. Una buena foto la hace cualquier maquina; una buena serie la hacen solo los fotógrafos. Cuidado, son verídicas y sin embargo mienten. Empiezas buscando la felicidad que te da conseguir una imagen única y bella, pero cuando te metes en el ajo te das cuenta que sin proyecto fotográfico no eres nadie
Dedicado a mi MARIBEL, por su apoyo.
2021/03/20
El 2020 será un año difícil de olvidar y sin embargo la
memoria encuentra siempre la forma de simular detalles que podrían escaparse a
las grietas que cría el tiempo.
2021/03/17
LA MIRADA OBLICUA
“Detenerse, ver, contemplar y pensar la imagen es un acto político que necesita ser elaborado desde una poética que nos ayude a imaginar futuros posibles. Futuros cuyos límites habrán de ser siempre contingentes y diversos”.
(Luis González Palma)
Viajar por
tierra desde Lima a Mendoza es un
recorrido que hacen muchos jóvenes mochileros europeos y americanos. Bordeando
los Andes recorren la frontera entre Bolivia y Chile e ingresan a la provincia
de Jujuy, donde empieza (o termina) la Ruta del vino argentino. Itinerario
turístico que se extiende hasta la Patagonia, tiene su capital en Mendoza y
desde el puerto de Buenos Aires envía los vinos al mundo.
Año tras año y
desde 1936 se realiza la Fiesta Nacional de la Vendimia en Mendoza, un evento
folclórico y popular de los más importantes del país, que sólo fue suspendido
en años de crisis políticas y económicas. Desde 1986, sin interrupción, cada
año de diciembre a febrero se vienen realizando los acostumbrados eventos
vitivinícolas que culminan en la fiesta central con la elección de la reina de
la vendimia. Esta fotografía de Juan Ignacio Blanco plantea la posible
suspensión del evento para 2021, el motivo lo ilustra el mismo retrato con barbijo
(mascarilla) de Sofía Leyes, electa reina de la vendimia el pasado febrero,
poco antes de la pandemia.
Puntadas de
no-ficción sobre reinas y vinos:
Las uvas se
vuelven vino porque echan de menos el dulzor de nuestra embriaguez…
escribió el poeta Rumi, en el S. XIII.
En Perú a
mediados del S. XVI se cultivó en la hacienda Marcahuasi, Cuzco, el primer
viñedo de Sudamérica, traído por los colonizadores españoles para el vino de la
misa.
“Martina” vive en Venezuela, un país
productor de reinas de belleza. Ella dice que quien tiene una larga vida puede
estar mal dos veces. Actualmente muchas reinas venezolanas, afectadas por
la escasez de glamour en su país, huyen —como antes Martina huyó de la guerra
española— a otros países.
¿Qué itinerario
propone la ruta que hace el “muchacho-casa” de Montevideo?
El periodista Craig
Welch dice que esta primavera, en la muy católica región italiana de Bérgamo,
donde nació Juan XXIII (el Papa bueno), cientos de personas han muerto solas.
Fred Ritchin,
decano del Centro Internacional de Fotografía, comenta que es indudable que la
fotografía de un actual cadáver momificado: “Te hace sentir terror”. Las
antiguas momias de la realeza egipcia y sus mausoleos, en cambio, hacen sentir
fascinación.
Sofía, la reina
de la vendimia de Godoy Cruz porta una liviana corona de un año, continúa
estudiando y a pesar de la pandemia sigue interesada en la concientización del
maltrato y abandono animal.
Sofía, la reina
de España, carga su corona hace décadas y está ahora totalmente afectada por
una viralización mediática.
Algún día,
cuando todo esto haya pasado, quien realice el inventario de las imágenes de la
pandemia advertirá lo que se repite: retratos en los que bocas y narices
aparecen tanto o más tapados que senos o genitales; ciudades desiertas;
ingentes cantidades de polietileno o látex envolviendo zonas de contacto; el
espacio entre los cuerpos —incluso entre fotógrafo y modelo— convertido en
protagonista.
Una reina de la vendimia, a años luz de
cuando eran las vendimiadoras con manos callosas quienes competían por el
puesto, es una reina tan artificiosa como podría serlo la reina de la primavera
o la del carnaval o la de corazones. Su corona de piedras falsas, su
prendedor de frutos de plástico, los grafitis rayados en el empapelado, la
acercan más a una muñeca de torta de casamiento que a una representante de la
realeza. Desde el cartón pintado del artificio, la joven rezuma ilusión. Aunque
más no sea la de desfilar en un carruaje por el Carrusel o la Vía Blanca de las
reinas, la de convertirse quizás, con suerte, en reina nacional.
Hoy, cuando
fiestas populares como las de la Vendimia que acompañaron mi infancia son
apenas remedos (imitación de algo) de lo que supieron ser, el artificio se
exacerba y desnuda la vacuidad de la realeza. De toda realeza, lo mismo da que
se trate de una vendimia de provincia que de la casa de los Windsor o los
Borbones.
Por suerte nos quedan las miradas. Esas miradas que ningún tapabocas logra
ocultar y que aquí se conjuga y confunde con el precario turquesa del
fondo, escenografía pobre de un reinado efímero.
Y la sombra. Cuando la palabra ‘corona’ se ha
convertido en nombre de un virus, una sombra en una fotografía no alude sino a
la muerte. Esa muerte que toda imagen conjura y convoca a la vez.
Nunca quise ser
reina. Me aterraba la posibilidad de adquirir ese protagonismo impostado.
Bailar un vals con un rey ficticio y escenificar una perfecta noche de ensueño
no entraban en mis planes juveniles, tampoco en mis expectativas existenciales.
Nunca soñé con ser reina.
Ser reina en un
año maldito es un acto de supervivencia cultural, de adaptación social, de
empoderamiento (hacer poderoso) comunitario, un logro que no entiendo tan
irreal como posible. Sin embargo, la joven de la fotografía que representa la
iconografía de la ilusión adolescente no expresa la emoción de la victoria. Es
imposible que esos sobrios ojos verdes transmitan la satisfacción de un sueño cumplido.
Algo no anda bien detrás de la mascarilla que cubre casi la mitad de su rostro.
Esta reina sabe que el año de su reinado será recordado como uno de los más
sombríos de la historia reciente de la humanidad. Y ella, la reina del año
atípico, cargará con esa sombra densa cuando su corona haga de testigo y
reliquia.
No sé lo que
significa desear ser reina, esa ilusión inocente. Ahora entiendo que
desmarcarme (sin saberlo) de ese sueño común me liberó de la frustración y de
la envidia por no representar a esa figura heredada de la fantasía tradicional
de nuestra cultura. Desear ser reina es
una metáfora de algo que aún no sé pero que la vida me enseñará.
Mientras avanzamos hacia el año de la
vacuna, sobrevivir a esta pandemia sin más tragedias y pérdidas, será el
desafío individual y colectivo definitivo, sin príncipes azules que nos
rescaten de vidas miserables, sin condenarnos a finales felices que no existen,
sin relatos fantásticos que nos sometan al consumo y nos conduzcan a tener más
que a ser, sin princesas ni reinas estereotipadas con cuerpos imposibles, sin
estigmatizar la vida de las niñas que nunca serán reinas.
Fotografiar es ver con ojos
ajenos.
Posiblemente siempre lo son,
posiblemente en el acto fotográfico los perdemos del todo para ver lo que no
hay. Es la única oportunidad que tenemos para acechar lo Real, algo que
usualmente se nos escapa, como el momento en el instante del parpadeo.
Posiblemente, la cámara sea esa
grieta tecnológica que nos posibilita el encuentro con lo que ansiamos develar.
Hablo de “encuentro” en el sentido de sorpresa y de lucha.
No vemos lo que vemos, vemos lo
que necesitamos ver.
Un potente flash era lo necesario
para arrinconar a una mujer. La potencia de su luz la empuja como si el propio mundo
la empujara y la dejara sin vías de escape.
Su imagen queda aplastada sobre
un muro que parece un paraíso frondoso, descascarado y húmedo, iluminado por
una luz mortecina y fría que atraviesa y aplana la escena. Aplana todo: una
vida, un sueño, una frágil corona.
De esta forma surge proyectada
una sombra densa y negra. Más que ominosa (abominable), esta imagen es sombría.
Esa sería la palabra correcta. Puede ser que la sombra sea la real
protagonista, la mujer simplemente la hace visible. La lleva consigo como un
fantasma, la carga en la espalda. En esta fotografía, esa mancha negra le
invade el rostro hasta cubrirle la boca y ocultar parcialmente su rostro tímido
y triste.
¿Qué vemos cuando vemos a esta joven mujer paralizada en un pequeño
rincón de una habitación?
Simplemente que una triste fiesta ha comenzado. Lo que sigue es el intento de
no fatigar la esperanza.
Publicado en LUR. Es una publicación de Muga, editorial
especializada en teoría y escritos sobre fotografía
La mirada oblicua es una
iniciativa de Luis González Palma a la que invita a Graciela De Oliveria,
creadora y directora del proyecto Demolición/Construcción (Córdoba,
Argentina), al psicoanalista Mariano Horenstein y a Ros Boisier, codirector
de LUR, a “que escribamos sobre las imágenes de la pandemia del
COVID-19 que considero relevantes de ser pensadas y verbalizadas” con el deseo
de que “se genere un espacio de encuentro y diálogo en el que se reflexione y
debata sobre las imágenes que configuran nuestra manera de ver el mundo en este
momento de desconcierto e incertidumbre, pero también de resistencia y
esperanza”.
2021/03/09
"Durante la década de 1920, la razón por la que fotografié las
plantas era que tenía tres hijos menores de 4 años a los que cuidar, así
que me recluí en casa. Tenía un jardín y fotografiaba a mis hijos en casa. Más
tarde, cuando ya me liberé de esas tareas, fue cuando pude hacer otras
cosas"
Sin duda hay un placer en considerar
el buen ensamblaje de las piezas, bien articuladas, bien trabadas, en un
conjunto que resulta adecuado.
La apreciación es un placer de la
inteligencia. La admiración lo es de la emoción.
Entre la apreciación y la
admiración hay un salto, un cambio de registro, que se sitúa en la mirada, que
no pertenece a la capacidad de juzgar, sino a la sensación de que algo nos
sobrepasa.
Texto: Chantal Maillard
2021/03/03
Liguilla del mes de marzo con el tema: "Cielos".
Algún compañero comentaba que el "cielo", es un concepto creado o inventado por los hombres. Yo creía que lo habían creado los dioses, y que allí es donde estos habitaban. Mas aún, en la tradición cristiana, es morada de los ángeles, los santos y los bienaventurados, gozando de la presencia de Dios.
Esta ha sido mi participación
el vacío o la nada
EL VACÍO O LA NADA
Anotaciones de una lectura
“El vacío o la nada” un título
desafiante para un díptico extraído de los cielos, imágenes quizá poéticas sin
ser poesía y lo que ellas nos develan al concebir el díptico como dos unidades
para formar un todo y por supuesto un mensaje.
Sí el vacío es la ausencia de lo
material u objetos en un espacio, también puede ser en la condición humana la
apatía, la falta de ideas, la soledad… incluso el vacío como motivo de sesudos
tratados en física. La nada por lo tanto va más allá como ausencia de todo,
así, se plantea este díptico cuando se pone como pie de foto “El vacío o la
nada”
Observando este trabajo, yendo
más allá de lo aparente, de lo denotativo (nubes y cielo, azul y blanco, formas
y espacios) se busca que puede haber detrás de la imagen, lo que puede desvelar,
lo que el autor se propone con esta construcción díptica, quien sabe, incluso
la proyección de su interior; entonces podemos hacer una lectura connotativa,
subjetiva de esta propuesta. La fotografía como algo que puede sugerir y no lo
que muestra en primera instancia.
Para Elliott Erwitt al referirse
a la fotografía sostiene que es “el arte de la observación. Se trata de
encontrar algo interesante en un lugar ordinario. Me he dado cuenta de que
tiene poco que ver con las cosas que ves y mucho con cómo las ves” Por lo tanto
Manuel se detiene, contempla y ve a través del encuadre lo que está pensando y
se adueña de los cielos para construir su díptico, el resultado obtenido puede
gustar o no gustar, pero la propuesta queda manifiesta.
Si pensamos en un puzle, hay una
pieza que empata en la otra, es como si de un encaje y desencaje se tratara,
como si de la bandada un pájaro se desmembró y siguió el vuelo en solitario.
Al fin, son anotaciones de una
lectura muy subjetivas, un ejercicio sujeto a error, aventuras en la que uno se
mete muchas veces llevado de la gran amistad que me une a Manuel Iglesias
Texto: Humberto Berrezueta Durán.
Resultaron ganadoras:
Rafa Garrido
José Ángel Blanco