Pedro Meyer nació en Madrid en 1935, donde sus padres, que habían
abandonado la Alemania nazi, estaban de paso hacia México. En este país fue
testigo de acontecimientos como las manifestaciones estudiantiles de 1968, y
dos libros emblemáticos llevan fotografías suyas en las portadas: La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska, y Los días y los años, de
Luis González de Alba, ambos publicados en 1971.
Una parte de la obra más conocida de Meyer se puede ver en sus
libros Espejo de
espinas(Fondo de Cultura Económica, 1986), Verdades y ficciones (Casa
de las Imágenes y Aperture, 1995), The Real and
the True: The Digital Photography of Pedro Meyer (New Riders Press, 2005) y Herejías (Lunwerg,
2008), un volumen que compila lo más sobresaliente de cuatro décadas de su
producción, que se exhibió de manera simultánea y dividida en temas en sesenta
museos y galerías de todo el mundo —físicos y virtuales.
Extracto de sus declaraciones en una entrevista en el año 2014:
Lo que hacemos es tratar de aportar algo, así sea mínimo, a la educación, que es un desastre en el país. Para eso partimos de una premisa básica: la fotografía tiene un lugar central en la cultura contemporánea, y por esa razón debemos enseñar a leer imágenes. Cuando Gutenberg imprimió los primeros libros había muy poca gente capaz de leerlos, pero con el tiempo se creó una dinámica natural. Hoy todos somos fotógrafos, pero con una cultura visual escasa.
La de la tecnología
es una carrera diabólica, es como un tren que va tendiendo las líneas al mismo
tiempo que corre.
Quizás el mayor
problema de la comunicación es que no escuchamos para comprender sino que escuchamos
para responder. Eso altera la naturaleza de las conversaciones. Si comparto una
foto o un texto da lo mismo, no nos interesa el diálogo sino ganar puntos con
el ataque o la ocurrencia. ¿A quién le estamos hablando? ¿Quién está
interesado, involucrado? Criticamos a la diputada que le atribuye a García
Márquez libros que no son de él, pero en esta época de trivialidad espantosa en
todos los niveles esa legisladora no es la excepción, sino que refleja a una
mayoría de la población.
Hoy son demasiadas las
cosas que ocurren a un ritmo tal que creo que los seres humanos no nos hemos
desarrollado para responder de manera exitosa; quizá sean necesarias más
neuronas para tanta información.
La fotografía
siempre ha sido alterada, manipulada, por eso es necesario quitarle la carga de
ser un documento que refleja la realidad; ésa no es su función, es algo que no
puede cumplir. Es tautológico decir que es manipulada, ¿cuándo no lo fue? . No
hay un solo ejemplo de fotografía que no esté alterada, desde el encuadre, los
colores, las distorsiones que producen las lentes. Ya debería quedar atrás la
discusión en torno a la fidelidad de la imagen fotográfica respecto de la
realidad. Parecen seguir al pie de la
letra el verso que Octavio Paz le dedicó a Manuel Álvarez Bravo: “La realidad
es más real en blanco y negro”
Pienso que el
fotógrafo debe tener la libertad de trabajar y usar todas las herramientas que
quiera, lo que de veras importa es que la información no se distorsione al
grado de que se convierta en una mentira .
Por primera vez en
la historia de la fotografía hemos alcanzado una etapa en la que la expresión
“escribir con luz” no es ya una metáfora.
16 DE NOVIEMBRE http://www.pedromeyer.com/
FOTOS SOBRE UN TRABAJO DENOMINADO RELIGION
16 DE NOVIEMBRE http://www.pedromeyer.com/
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