DISCURSO DE ENTREGA DEL PREMIO JAIME
BRUNET (18 DE MARZO DE 2015), ACTO REALIZADO EN LA UNIVERSIDAD PUBLICA DE
NAVARRA.
LA GUERRA NO ACABA CUANDO DICE WIKIPEDIA.
GERVASIO SANCHEZ
Estimados señor rector magnífico de la
Universidad Pública de Navarra, señor, presidente del Parlamento navarro y
señor vicepresidente de la Fundación Brunet, estimados miembros de la comunidad
universitaria y del patronato Brunet, autoridades, señoras y señores.
Hace dos años mi amiga Elisa Pavón me
pidió por correo electrónico un currículo actualizado. Como estaba en
Afganistán bastante volcado en un proyecto documental sobre el drama que sufre
la inmensa mayoría de las mujeres y niñas afganas, se lo envíe sin preguntarle
para qué lo quería.
Nunca olvidaré el detalle de Elisa,
emparentada con el fotógrafo Juantxu Rodríguez muerto en Panamá en diciembre de
1989 por disparos de soldados estadounidenses, de presentar mi candidatura a
este prestigioso premio.
Cuando el 10 de diciembre la
vicerrectora de proyección universitaria Eloísa Ramirez me comunicó que era el
ganador, lo primero que hice fue mirar la lista de premiados en las anteriores
convocatorias y, unos minutos después, me estaba preguntando qué hacía yo en
una lista tan prestigiosa.
Cuando se dan este tipo de
circunstancias no resta más que ser pragmático y conformarse con la resolución
del jurado soberano.
Sólo me quedó buscar paralelismos con
los demás premiados, quizás para convencerme de que mi nombre no rechinaba
tanto como pensé al principio.
Hoy les tengo que decir que es difícil
encontrar una lista de premiados con los que me sientan más cómodo y les voy a
contar por qué.
Soy miembro de Amnistía Internacional
desde enero de 1983 cuando tenía 23 años, estudiaba cuarto de periodismo en la
universidad y apenas éramos 500 socios en toda España. Hoy son 70.000.
Mi relación con esta organización
humanitaria, a la que ustedes entregaron el primer premio Jaime Brunet en 1998,
modeló mi manera de vivir y sufrir el periodismo y la fotografía.
Manos Unidas, a las que ustedes
otorgaron el premio en 2004, me ayudó a financiar Vidas Minadas, uno de mis
proyectos fotográficos de mayor recorrido y envergadura, que documenta el
impacto de las minas antipersonas contra la población civil en diferentes
países del mundo.
En agosto de 1995 dormí en Mostar en
plena guerra en la habitación que utilizaba Mercedes Navarro en la sede de
Médicos del Mundo dos meses y medio después de que fuera asesinada. Ustedes le
entregaron el premio diez años después, en 2005.
He trabajado varios años en el proyecto
de rehabilitación de niños soldados que dirigió Chema Caballero en Sierra
Leona, el mejor proyecto que he conocido sobre esta temática. Llegué a escribir
un libro literario sobre esa experiencia y publiqué otro libro fotográfico.
Coincidir en la lista de premiados con alguien al que quiero como a un hermano
es un gran honor.
Mientras trabajaba en mi proyecto
Desaparecidos, en la Fundación de Antropología Forense de Guatemala, me
contaron que el padre Jon Cortina sufrió un infarto cuando observaba cómo los
forenses guatemaltecos ordenaba los restos de varios esqueletos de mujeres y
niños exhumados más de 20 años después de haber sido asesinados.
Unos días después, el 12 de diciembre
de 2005, el padre Jon Cortina murió como consecuencia de aquel desgarrón de
dolor que sintió ante tanta violencia gratuita.
He visitado varias veces su tumba en la
Universidad Centroamericana donde también están enterrados los otros seis
jesuitas asesinados en noviembre de 1989 en El Salvador.
Ustedes le concedieron el premio en
2007 y estoy seguro de que la Fundación Probúsqueda dedicó la dotación
económica a encontrar a tantos niños de corta edad arrancados a sus padres y
utilizados para adopciones ilegales durante la guerra civil. Lo que ha hecho
esta fundación en El Salvador es impresionante.
Con Yoani Sánchez coincidí el año
pasado en Granada. Era la primera que nos veíamos, aunque fuimos premiados en
2008 con los Premio Ortega y Gasset. Ella no consiguió el permiso de viaje del
gobierno cubano para recoger el premio.
Los integrantes de Brigadas
Internacionales de Paz son personas de gran fortaleza moral y ética que evitan
que activistas de derechos humanos, sindicalistas, abogados, periodistas, sean
asesinados impunemente en varios países del mundo. En 2002 hice un gran
reportaje en Colombia sobre su trabajo y lo titulamos Ángeles de verdad.
Durante 20 años he trabajado en los
centros ortopédicos del Comité Internacional de Cruz Roja en varios países y he
visto a miles de personas amputadas ser tratadas con la dignidad que se
merecen.
A los demás premiados, Akim Birdal,
Cristina Cuesta, Dalai Lama, Cecilio de Lora, Carolina Agudelo, Jurgen
Habermas, Natty Petrosino, también les tengo un gran respeto.
Con su permiso quiero dedicar este
premio a Juantxu Rodríguez (muerto en Panamá en 1989), Jordi Pujol (muerto en
Sarajevo en 1992), Luis Valtueña (muerto en Ruanda en 1997), Miguel Gil (muerto
en Sierra Leona en 2000), Julio Fuentes (muerto en Afganistán en 2001), José
Couso y Julio Anguita Parrado (muertos en Irak en 2003) y Ricardo Ortega
(muerto en Haití en 2004).
Todos ellos murieron o fueron
asesinados mientras ejercían el periodismo con mayúsculas en la delgada línea
que separa la vida de la muerte. Todos ellos embellecieron, fortalecieron y
dignificaron este oficio tantas veces pisoteado por hombres y mujeres sin
escrúpulos que, desde sus puestos directivos, se dedican a defender a cualquier
precio los intereses enmascarados de sus empresas periodísticas.
Es doloroso recordarlos cuando ves cómo
el oficio más bello del mundo vive su etapa más confusa y oscura en un estado
de mercantilismo permanente que destruye como un virus letal los principios
sagrados por los que muchos quisimos ser periodistas desde la infancia.
La prensa española está tan domesticada
que ya no hay nada que se parezca al periodismo de investigación. Nos enteramos
de la corrupción política y del desfalco bancario con años de retraso.
¿Dónde estaban los periodistas
especializados cuando personas sin escrúpulos se estaban enriqueciendo o
asaltando las arcas del estado?
Yo les aseguro que estaban y sabían,
pero callaban. Las entrevistas menos exigentes a empresarios, políticos,
banqueros, se han hecho en este país cuando más saneadas estaban las arcas de
los medios de comunicación. Los periodistas comenzaron a autocensurarse mucho
antes de que políticos y banqueros los presionasen.
La crisis de identidad, un estoque de
muerte para nuestro oficio, empezó cuando directivos de medios reían las
gracias a quienes inflaban la tarta publicitaria. Muchos rehúyen hoy de tipejos
como Miguel Blesa como de la peste, pero ahí están las miles de fotografías de
este personaje que representa la corrupción institucionalizada con la flor y
nata de la política, el empresariado y el periodismo cuando se mostraba en todo
tipo de actos públicos como el virrey bancario de Madrid.
Vivimos una época curiosa,
extremadamente cínica en mi profesión. Periodistas que mantuvieron estrechas
relaciones con los poderes fácticos y que se encargaron de promocionar los
intereses de sus amigos políticos y económicos se disfrazan ahora de paladines
de la independencia.
La vida de un periodista empieza en la
cuna y acaba cuando agoniza en la cama. Lo que vale es TODA LA VIDA. Cuenta lo
que hizo cuando era un responsable de un diario con intereses políticos y
económicos. Cuenta las veces que no fue capaz de enfrentarse a la maquinaria
infernal y prefirió no publicar historias que colisionaban con intereses ajenos
al periodismo.
Las biografías periodísticas son
una secuencia de etapas y vivencias, a veces labradas al calor de traiciones.
Me molesta aquellas biografías sesgadas que sólo muestran la parte endulcorada.
Hay periodistas que han estado años en
puestos claves de los medios de comunicación, han callado todo lo que ocurría y
han mandado temas importantes a la basura. Cuando se han ido del medio (por un
ere o un despido improcedente) se han llevado una sabrosa indemnización (todavía
ocurre) y, es, entonces, cuando empiezan a despotricar.
Acusan al medio de haber censurado
informaciones cinco o diez años antes, con un retraso inaceptable, y empiezan
su etapa independiente.
Con un buen pellizco en el bolsillo
hablan de otras formas de periodismo. Ha sido capaces de callar cuando han
echado a otros compañeros en el pasado, han sido insolidarios con los
colaboradores, siempre maltratrados económicamente salvo si perteneces a la
espina dorsal del medio y cuentas con el favoritismo de la empresa.Y ahora se
ponen a dar lecciones de moralidad y ética periodísticas.
Con todos mis respetos esta forma de
actuar, más común de lo que pensamos, no tiene nada que ver con la
independencia, la valentía o la solidaridad.
Yo les digo: por favor, hagan lo que
quieran, pero no manoseen conceptos sagrados que refuerzan la integridad moral
de un periodista.
Llevo toda mi vida trabajando en zonas
oscuras del planeta donde ocurren hechos inenarrables. En estas últimas semanas
he explicado la guerra a través de mis imágenes a estudiantes de institutos.
Tengo serías dudas de si vale la pena
hacer este tipo de trabajos didácticos. Pero me gusta hacerlo y siento que es
mi obligación.
Acompañar a menores mientras se
enfrentan a la violencia descarnada y desnuda. Contarles que ellos serían niños
soldados y ellas esclavas sexuales si hubiesen tenido la desgracia de nacer en
otro contexto, otro país, otro continente o en otra época.
Recordarles que en Europa ha habido
guerras letales hasta hace setenta años, guerras de religión de más de cien
años dirigidas por fundamentalistas cristianos, ahora que sólo se habla de
fundamentalismo islámico.
Explicarles que no existe ninguna época
histórica sin violencia y recomendarles rebobinar la historia y retroceder
siglos o milenios sin tienen dudas de los que les digo.
Decirles que mi experiencia me asegura
que hay muy pocos héroes en las guerras dispuestos a morir por no matar y, en
cambio, la mayoría prefieren matar antes que morir.
Asegurarles que los europeos seguimos
patrocinando guerras en lugares alejados de nuestras vidas, que somos los
principales exportadores de armas ligeras y que corrompemos, sin un ápice de
duda, a cualquier gobernante sea elegido democráticamente o reconvertido en un
vulgar tirano o dictador, si está en juego nuestros intereses mercantilistas.
Contarles que nuestro país,
desprestigiado económicamente y sumido en la desolación política, ocupa la
séptima posición mundial en la venta de armas, un inmejorable puesto en la champions league del
mercadeo de la muerte.
Contarles que todos nuestros
presidentes, desde la muerte del anterior dictador hace casi 40 años, han ido
multiplicando la venta de armas hasta convertir a nuestro país en una de las
grandes potencias, violando sistemáticamente nuestras propias leyes de control
de armas.
Vendiendo armas a países que violan los
derechos humanos, que tienen conflictos internos o vecinales, que usan las
armas contra su propia población, que triangulan las armas y se las venden a
países inmersos en guerras civiles.
Hemos visto como los ex presidentes
Felipe González y José María Aznar triplicaron las cifras de ventas de armas
que realizaron los gobiernos anteriores.
Hemos visto como el ex presidente José
Luis Rodríguez Zapatero sextuplicó las ventas entre 2004 y 2011 al mismo tiempo
que realizaba un discurso obscenamente pacifista que produce sonrojo por su
nivel de cinismo e hipocresía.
Hemos visto como el presidente Mariano
Rajoy ha duplicado la venta de armas en su periodo político.
Hemos visto como España ha multiplicado
por diez la venta de armas entre 2004, cuando vendíamos 400 millones de euros
en armas, y finales de 2013 alcanzando los 3.900 millones de euros.
Señoras y señores, las guerras no se
acaban cuando wikipedia lo decide.
Hagan un pequeño ejercicio de memoria.
Pregunten a la biblioteca universal cuándo acabó la guerra de Bosnia-
Herzegovina.
Le contestará que el 15 de diciembre de
1995 se firmó el tratado de paz en Dayton. Y yo les preguntaré: ¿verdadero o
falso? Sólo responda que es verdadero si es una pregunta de examen de oposición
para que no les suspendan.
Pero yo les digo que es falso.
Explíquenme entonces por qué cada 11 de julio, en un pueblecito llamado
Srebrenica, se siguen enterrando a los desaparecidos bosnios de hace 20 años,
encontrados en fosas, identificados antropológica o genéticamente, y se seguirá
haciendo, al menos. durante una década más.
Les digo que es falso porque las
guerras acaban cuando las consecuencias se superan y la búsqueda de los
desaparecidos es una consecuencia directa del drama bélico.
¿Cuándo acabará la guerra de Bosnia? El
día que todos los restos hayan sido enterrados en lugares decentes.
Posiblemente, 30 años después de lo que asegura wikipedia.
Me imagino que a estas alturas habrán trazado
paralelismos con la situación española. Les diré que en países como Bosnia,
Guatemala, Colombia o Argentina, con guerras o dictaduras tan sangrientas como
la nuestra, se han avanzado más en la búsqueda de la dignificación de las
víctimas que en España.
La cobardía de la totalidad de la clase
política del estado español, insisto de la totalidad, por supuesto con un mayor
grado de responsabilidad en los partidos mayoritarios, han impedido que se haya
conseguido encontrar una solución a un drama que afecta a centenares de miles
de familiares desde hace décadas.
La memoria, la verdad y la justicia
permiten que un país no quede atrapado en una espiral de confusión, cinismo y
olvido como ha ocurrido en el nuestro.
Quiero acabar diciéndoles que odio las
guerras y sus consecuencias con todas mis fuerzas, que no me he especializado
en ellas porque sienta atracción por lo que ocurre en las zonas más oscuras del
mundo o donde se producen las formas más inimaginables de ejercer la violencia.
Les puedo asegurar que el momento más
duro de cualquier cobertura empieza cuando le doy al cero en el ascensor de mi
casa y abandono el lugar donde vivo con mi familia en Zaragoza. Muchas veces me
voy a regañadientes, dejando a una mujer y un hijo preocupados por lo que pueda
ocurrir.
Pero vivo el periodismo como un
compromiso permanente y me siento en la obligación de acudir las veces que sean
necesarias a esos lugares horribles donde aparece lo peor del ser humano cuando
todo se desmorona y buscar esos documentos gráficos y literarios para que nadie
pueda decir que no sabía lo que estaba pasando.
Muchas gracias.
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