“Fui a pasear al bosque muy temprano, cuando este se despierta.
Respiré hondo para absorber el aire, las
voces placidas de los pájaros y ese silencio que amo.
Y entonces tomando una foto, deje de oír el silencio a mi alrededor;
era como si estuviera en otra parte.
El bosque empezó a moverse y, al mirar a través del visor de la cámara,
me entró miedo. Era como si los pájaros y los grillos hubieran dejado de cantar
y el viento hubiera dejado de soplar en el valle.
No se oía nada…no era capaz
de localizar el miedo, pero venia de dentro.
¡Salí corriendo! Fue la primera vez que lo sentí, pero no la última.
¿Por qué pasaba? No me asustan ni los animales, ni el bosque. Son para
mí, un lugar seguro"
Esta serie de Jitka Hanzlová, denominada “Forest”,
se realizó entre los años 2002-2005.
Son fotos sacadas en sus
incursiones al bosque, que fotografia solo cuando está en total soledad.
Allí, con la naturaleza como anfitriona,
realiza sus fotografías, que no son acogedoras, son más bien introvertidas. Sus
fotos parecen ingrávidas desde el punto de vista temporal.
La complejidad de los caminos y
las energías que se cruzan en un bosque, es única. El bosque es un lugar de
encuentro entre quienes entran en él y lo que de ello se deriva.
Allí se encuentra algo difícil de
identificar, algo intangible; algo que no es silencioso ni audible.
De allí salió el ser humano primigenio,
con todas sus percepciones sensoriales y allí vuelve Jizka a recoger los
“incidentes”, las “dríades” de los antiguos griegos, que no son más que una
conglomeración de tiempos, de energías, de intercambios, de incidentes.
Y allí, es posible escaparse de
la prisión del tiempo moderno, este tiempo único, regular, abstracto e
irreversible.
(textos extraídos del libro "para entender la fotografía" de John Berger)
SEMANA 04 FEBRERO 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario